El LORITO, un pescado exquisito, escaso y caro
Rojo por fuera y blanco por dentro, sabroso y yodado, de delicada textura, escaso en oferta y con precio elevado.
Es el DNI del lorito, bueno…, o del raor. Como muchos valiosos y apreciados pescados, colecciona nombres como galán, raón, raó, pez navaja, papagayo, pez loro, pinta, roso o, en clave científica, xyrichthys novacula.
Aparte de unas rayas entre azuladas y grises que surcan su exterior, no parece haber acuerdo sobre qué es mejor, si su piel o su carne. Ésta, blanca, posee un sutil sabor marino y una tersura similar al lenguado que es clave preservar a la hora de cocinarlo. En cuanto a su piel, gelatinosa y casi fundente en crudo, se vuelve crujiente según la receta aplicada, con dos opciones como principales elaboraciones: a la plancha o en fritura, embadurnado, o mejor no, de harina. «Frito con aceite de oliva virgen extra y a muy alta temperatura sólo unos segundos se consigue una fritura perfecta. Someterlo a otra preparación no tiene mucho sentido»